¿El Paro Nacional en Guatemala fue "financiado" por Estados Unidos?
"Nunca más se contará una sola historia como si fuera la única." John Berger
Primera Parte
Hay un grupito de comentaristas en Guatemala que ve en toda protesta que ha venido ocurriendo en Guatemala, desde La Plaza en 2015 hasta el Paro Nacional de 2023, la mano financiera de USAid. Excepto, claro, cuando las protestas están encabezadas por CODECA, la organización “indo-campesina” mas “legítima” y “pura” que ha existido en Guatemala desde su fundación misma. Hay quienes argumentan, por ejemplo, que el Paro Nacional que sacudió a Guatemala durante todo el mes de octubre de 2023 “parecía” que iba a dar paso a una “revolución social”, pero que al final resultó no siendo más que otra llamarada de tusas.
Recordemos como hubo comentaristas en Guatemala para quienes 2015 fue una “revolución de colores” organizada y financiada por el CACIF y por USAid y les sirvió para denigrar, insultar, descartar y estigmatizar las protestas ciudadanas en 2015. Y hoy están haciendo algo similar con el Paro Nacional de 2023. No hay de dos aquí. Estados Unidos no necesita una “revolución de colores” en Guatemala para satisfacer sus intereses geopolíticos: migración, narcotráfico, apoyo a Israel, apoyo a Taiwán, apoyo a la OTAN o la OEA. Un problema serio es, por supuesto, el giro hacia China que han dando casi todos los gobiernos de Centro América y que a Washington le gustaría revertir. Pero en Guatemala no hay un peligro inminente de ello. El mismo Pérez Molina ya estaba dando todo su apoyo a la geopolítica gringa y sin que se lo pidiera Washington! Igual con Giammattei quien ha sido incluso más sicofante que Morales o Pérez Molina mismos. Estados Unidos no tenía en ese momento ni en el presente ninguna preocupación geopolítica en Guatemala como para fomentar una “revolución de colores” y, por tanto, afirmar eso no es solo falso, sino que tendencioso. Y, lo peor, es que le da insumos a la extrema derecha en Guatemala pues hasta los sicarios virtuales de la corrupción repiten los mismos argumentos de “injerencia externa” y “financiamiento extranjero” con el objeto de criminalizar y perseguir a la protesta. Penoso.
Estos argumentos, claro, tienen un elemento de verdad mezclados con dos elementos de falsedad. El elemento de verdad es que Washington ha venido implementando políticas de promoción democrática desde la presidencia de Reagan hasta el presente y que lo han hecho en todo el mundo, pero particularmente en los países donde hay gobiernos críticos o antagónicos a los intereses globales de Washington, a sus políticas de seguridad nacional y a las inversiones de las transnacionales extractivistas. Donde quiera que han habido intentos de revolución social, allí también encontramos políticas de promoción democrática financiadas por agencias de desarrollo, educación o derechos humanos de Estados Unidos. Pero en Guatemala este argumento contra la promoción democrática imperial se ha mezclado con elementos nacionalistas y anti-imperialistas, disfrazados de críticas de izquierda, que más se aproximan a las teorías de conspiración tanto republicanas como rusas elaboradas por ideólogos como Alexander Dugin y sus vulgares repetidores en el ámbito guatemalteco, todo mezclado con los viejos manuales del marxismo-leninismo (como los de Marta Harnecker) para darle a la conspiración un tufo medio marxista.
Pero, obvio, si se usa el lenguaje de la revolución social como la barita para medir la legitimidad, credibilidad, compromiso u organización de las protestas, incluyendo las protestas encabezadas por movimeintos indígenas o por sus Autoridades Ancestrales, se van a quedar cortas. Y por eso este grupito de comentaristas siempre hacen las mismas preguntas: ¿Están vinculadas las protestas al financiamiento de USAid? Y, sin evidencia alguna, siempre responden que hay que analizar bien la cuestión.
Cansado argumento de estos comentaristas que, además de no entender realmente bien lo que está pasando, mucho menos lo que ha venido pasando en Guatemala desde 2015, quieren ver en lo que está pasando la ausente y melancólica figura espectral de la vieja revolución social. Y cuando resultan decepcionados, como siempre, la culpa la tiene USAid y el imperialismo. Cansado. Son, pues, ejemplos de pobreza teórica e ideológica que le pide a la realidad que sea de otro modo y, como no resulta serlo, no es la teoría la que se queda corta, sino que es la realidad.
Segunda Parte
El sustento de mis comentarios viene de una evaluación histórica que toma en cuenta el trabajo de toda una nueva generación de pensadores/as y una renovación del pensamiento de gente como Gramsci.
Para Gramsci la guerra de posiciones surge en contextos donde ya hay aparatos estatales desarrollados, partidos políticos de masas, organizaciones de la sociedad civil con mayor autonomía, mayor penetración, ocupación y despojo en las zonas rurales, determinado sistema de las fuerzas militares, y podemos agregar también hoy e incluso con mayor impacto una mayor integración de las economías nacionales “a las relaciones económicas del mercado mundial”, un contexto globalizador donde “las relaciones organizativas internas e internacionales del Estado se vuelven más globales y masivas” y donde, por tanto, cualquier fórmula o estrategia de confrontación militar directa o “guerra de movimientos” es superada no solo en la teoría sino también en la práctica. (C13, §7)" (extraído de un trabajo en desarrollo)
La noción de una guerra de posiciones, en el contexto de Guatemala, la propuse en "¿Qué hacer? Ideas gramscianas para una coyuntura de restauración".
Se trata de una conceptualización que utilicé para entender/explicar lo que estaba ocurriendo con el proceso de expulsión de la CICIG ya en marcha en 2017.
Y la diferencia entre ese momento y el momento presente es está marcada por los siguientes elementos (entre otros):
a) Una guerra jurídica agresiva contra TODO lo que queda del legado de la CICIG, los Acuerdos de Paz e incluso -por ello más perverso- de la democracia limitada y restringida del 85.
b) Un fraude (el primero) en el proceso electoral, escrito antes de que se iniciara el segundo fraude.
c) El desarrollo del parlamentarismo negro (hoy más que confirmado con la perversa elección de la "nueva" CSJ y los antejuicios contra BA/KH).
d) Y la vía peruana aplicada en Guatemala - una tesis que, a mi juicio, está siendo confirmada paso a paso y por los hechos mismos.
¿Acaso hay en todo esto espacio para una restauración - entre las izquierdas - de la vieja razón ortodoxa en el análisis y práctica política? Eso sería gran victoria para la restauración total y para el grupito de comentaristas que, aunque no lo piense y menos lo acepten, están sin embargo contribuyendo a todo ese proceso.
Tercera Parte
Creo que lo que ocurre hoy en Gt es otro punto de inflexión en la guerra jurídica (como expresión perversa de la guerra de posiciones) que se desprende (y manifiesta) de la crisis de hegemonía de 2015, agravada en 2018, y que se ha visto recrudecida por el fraude electoral en marcha (producto de una elección cuyos resultados aleatorios estás, sin embargo, vinculados al subsuelo rizomático que quedó fertilizado después de 2015). Aquí una de mis textos favoritos de Gramsci que, casi sin necesidad de alternar una sola letra, describe mejor que mucho comentarista chapín lo que está ocurriendo en Guatemala en 2023 mientras se da un proceso de transición a la presidencia de Bernardo Arévalo y Karin Herrera que, en efecto, todavía puede resultar abortado:
"Prácticamente esta crisis se manifiesta en la siempre creciente dificultad de formar gobierno y en la siempre creciente inestabilidad de los gobiernos mismos y tiene su origen inmediato en la multiplicación de los partidos parlamentarios y en las crisis internas [permanentes] de cada uno de estos partidos (o sea que se verifica en el interior de cada partido aquello que se verifica en todo el parlamento: dificultad de gobierno). Las formas de este fenómeno son también, en cierta medida, de corrupción y disolución moral: cada grupito interno de partido cree poseer la recela para detener el debilitamiento del partido entero y recurre a todos los medios para ganar su dirección o al menos para participar en la dirección, así como en el parlamento [el partido] cree ser el único que debe formar el gobierno para salvar a] país o al menos, para dar el apoyo al gobierno, participar en él lo más ampliamente posible; de ahí los convenios cavilosos y minuciosos que no pueden menos que ser personalistas al punto de parecer escandalosos. Seguramente en la realidad la corrupción es menor de lo que se cree. Que los interesados en que la crisis se resuelva desde su punto de vista finjan creer que se trata de la “corrupción” y “disolución” de un “principio”, podría incluso justificarse: cada uno puede ser el mejor juez en la elección de las armas ideológicas que son más apropiadas para los fines que quiere alcanzar y la demagogia puede ser considerada un arma excelente. Pero la cosa se vuelve cómica cuando el demagogo no sabe que lo es, es decir, cuando se actúa prácticamente como si realmente se creyera que el hábito hace al monje, que la gorra es el cerebro." (C1, §48)
Eso de que “seguramente en la realidad la corrupción es menor de lo que se cree” es algo corroborable desde el punto de vista del CACIF. Porque de ser “mayor de lo que se cree” o de lo que le es posible tolerar al capital, ya el CACIF mismo le hubiera dado golpe de Estado a Giammattei o hubieran parado el golpe electoral contra Arévalo/Herrera.
Así pues que esos comentaristas que reducen las limitaciones o las fallas del Paro Nacional al supuesto financiamiento externo y las obvias limitaciones que dicho financiamiento impone o exige de sus recipientes caben dentro de una sola línea del siguiente texto y resultan completamente desbordados por un análisis crítico más amplio.
Es cierto que en estas situaciones inmediatas y peligrosas creadas por una crisis de gobierno, en realidad una falla hegemónica dentro de las fracciones dominantes y sus camarillas representantes, los poderes constituidos pueden responder con lo que Chomsky ha llamado “un modelo propaganda”, es decir, con un despliegue de desinformación sistemática para tratar de resolver, por lo menos en forma, la crisis que se ha generado en los contenidos (Chomsky & Herman, 2009; ver también “Doctrina del Shock, Noam Chomsky y la manipulación mediática”, 2013). Esto lo vimos claramente el 31 de octubre de 2023 cuando Curruchiche mismo decidió responder a las críticas del Departamento de Estado:
De forma gradual están creando Caos por todo el mundo tratando de frenar su inevitable caída y así Controlar, Frenar y Desestabilizar los esfuerzos de países soberanos como Guatemala que no queremos ser sus Lacayos. Es momento de empezar a ver al mundo Multipolar.
Parece que Curruchiche ha leído bien a Mario Roberto Morales y a ese grupito de comentaristas que siguen tomando al difunto conspirador como su parangón teórico e ideológico. Es más, parece que ha leído las declaraciones de los BRICS mismos!
No hay duda, pues, que esta crítica al Paro Nacional por no haberse convertido en una “revolución social” o porque sus principales actores hayan supuestamente recibido financiamiento de USAid es una crítica problemática que pierde el blanco y no sabe cómo entender o explicar estos eventos más que recurriendo a los viejos y trillados argumentos de las izqueirdas ortodoxas de décadas pasadas.
Más allá, los grupos de poder corrupto también están empleando tácticas de control ideológico y espectáculo político que buscan, hasta donde sea posible, “aniquilar al adversario y dispersar a su personal de dirección”. No hay duda que, en esta coyuntura de la guerra de posiciones, el hecho de que “las tropas de muchos partidos [pasen] a colocarse bajo la bandera de un partido único que mejor represente y resuma las necesidades de toda la clase es un fenómeno orgánico y normal”. Tampoco hay duda que, en este contexto, la búsqueda de una “fusión de todo un grupo social bajo una dirección única considerada la única capaz de resolver un problema dominante existencial y de alejar un peligro mortal” también es un intento de continuar con el proyecto de la restauración total. Pero “cuando la crisis no encuentra esta solución orgánica, sino la del jefe carismático”, por un lado, o la de las grandes manifestaciones ciudadanas, incluyendo los movimientos paralelos de varias instancias de la sociedad civil ampliada que se ha constituido como mediadora universal al mismo tiempo que se evidencia “la inmadurez de las fuerzas progresistas” de la izquierda tradicional, por otro lado, también vemos el despliegue de esas críticas que más parecen teorías de conspiración que análisis social serio, responsable y crítico.
Tenemos que entender, en este momento, la agresividad de la guerra jurídica y lo significativo del Paro Nacional aunque no haya logrado sus objetivos. Porque en un contexto de crisis de hegemonía dentro del bloque en el poder “ningún grupo, ni el conservador ni el progresista, tiene la fuerza necesaria para la victoria” aunque sí luchan por ensamblar o fortalecer sus respectivo proyectos: el de la corrupción e impunidad con restauración total o el de la articulación democrática con reformas livianas o con una refundación.