En el nacimiento de Karl Barth*
Un teólogo dialéctico que nos recuerda cómo responder a los desafíos de nuestro tiempo
Karl Barth (10 de mayo, 1886 - 10 de diciembre, 1968), teólogo reformado suizo, es una figura monumental de la teología protestante del siglo XX, que moldeó profundamente su trayectoria con su sólida rearticulación de la doctrina cristiana en respuesta a los desafíos de su tiempo. La teología de Barth surgió como una reacción contra la tradición teológica liberal del siglo XIX y principios del XX, que él creía que había comprometido la fe cristiana al alinearla demasiado con la cultura y el racionalismo humanos. Su obra se sitúa en el contexto de dos guerras mundiales y proporciona una cruda crítica teológicade los desarrollos sociales y culturales que llevaron a eventos tan catastróficos.
El viaje teológico de Barth comenzó a la sombra de la Primera Guerra Mundial, un conflicto que lo desilusionó del progresismo optimista de la teología liberal. Su reacción cristalizó en su comentario a la Epístola a los Romanos, donde sentó las bases de su “teología dialéctica”, enfatizando la trascendencia de Dios y la incapacidad de la razón humana para comprender lo divino. Esta postura lo puso en contra tanto de la teología liberal de sus maestros como del fervor nacionalista emergente en Alemania que culminaría en la Segunda Guerra Mundial. La activa oposición de Barth al nazismo, particularmente a través de su participación en la Iglesia
Confesante y siendo autor de la Declaración de Barmen, subrayó su compromiso con el señorío de Cristo sobre todas las instituciones humanas, incluido el Estado. La teología de Barth representa un cambio sísmico con respecto a las tendencias predominantes de su tiempo. En el contexto de la teología liberal, que buscaba reconciliar el cristianismo con la ciencia y la filosofía modernas, Barth defendió la primacía de la revelación divina sobre la razón y la experiencia humanas. Su postura marcó un alejamiento del subjetivismo y el optimismo cultural del liberalismo, enfatizando en cambio la absoluta alteridad y soberanía de Dios. La teología de Barth también contrasta con teólogos existencialistas como Paul Tillich, ya que el enfoque de Barth en la Palabra de Dios como revelación resistió el énfasis existencialista en la experiencia y la subjetividad humanas. Además, la crítica de Barth a la teología natural lo separó de la teología católica, que sostenía una visión más positiva de la capacidad de la razón humana para conocer a Dios.
La doctrina de Barth sobre Dios se centra en el concepto de la absoluta soberanía y trascendencia de Dios. Su comprensión de Dios se revela principalmente a través de Jesucristo, a quien Barthve como la Palabra definitiva de Dios para la humanidad. La teología de Barth es inequívocamente cristocéntrica. Vio a Cristo como la clave para comprender toda la Escritura y el punto focal de toda investigación teológica. Este enfoque cristocéntrico forma el corazón de la resistencia de Barth a cualquier sistema teológico que comience con presuposiciones humanas en lugar de Cristo mismo. Barth veía a la iglesia como la comunidad llamada a existir por la revelación de Dios en Cristo. Aunque criticaba los fracasos del cristianismo institucional, Barth veía a la iglesia como esencial para dar testimonio de la Palabra de Dios en el mundo.
La relación entre Karl Barth y Antonio Gramsci, aunque no directa, ha sido objeto de análisis comparativos debido a sus respectivas críticas a las estructuras de poder y su enfoque en la transformación social. Stephen H. Webb, en su reseña del libro Karl Barth: Agaisnt Hegemony escrito por Timothy J. Corringe, sugiere que la postura de Barth contra las potencias mundanas puede compararse con la teoría de la hegemonía de Gramsci. Mientras Gramsci analiza cómo las élites mantienen el poder a través del consenso cultural, Barth rechaza todas las formas de autoridad terrenal que intentan usurpar la soberanía de Dios. Ambos, desde sus respectivas disciplinas, abogan por una resistencia a las estructuras dominantes que perpetúan la opresión.
Aunque Barth y Gramsci operan en marcos teóricos diferentes, teología y teoría política, respectivamente, comparten una preocupación por cómo las ideologías pueden distorsionar la verdad y mantener el statu quo. Barth, desde su énfasis en la trascendencia divina, critica la instrumentalización de la religión por parte del Estado, similar a cómo Gramsci critica la cooptación de la cultura por parte de las clases dominantes para mantener su hegemonía. Esta convergencia en la crítica a las estructuras de poder sugiere que, a pesar de sus diferencias, ambos ofrecen herramientas valiosas para analizar y resistir las formas en que se perpetúa la dominación en la sociedad. Ambos pensadores sirviendo de fuente vital para el subsecuente desarrollo de la Teología de la Liberación.
La vida de Barth no estuvo exenta de escándalos personales. Barth mantuvo durante décadas una relación extramatrimonial con su asistente personal, Charlotte von Kirschbaum. Este vínculo, que comenzó en los años 20 y se prolongó hasta la muerte de von Kirschbaum, no solo fue conocido por su esposa, Nelly, sino que Barth insistió en que Charlotte viviera en su hogar familiar, causando un profundo sufrimiento a su esposa . La reciente publicación de cartas personales entre Barth y von Kirschbaum ha revelado la intensidad emocional de su relación y la falta de arrepentimiento por parte de Barth. En estas cartas, Barth expresa que su amor por Charlotte era una “necesidad” y que no podía renunciar a ella, a pesar del dolor causado a su familia .
Este escándalo plantea interrogantes sobre la coherencia entre la vida personal de Barth y su teología. Algunos argumentan que su falta de arrepentimiento y la justificación de su conducta contradicen los principios éticos que promovía en sus escritos . Sin embargo, otros sostienen que, aunque su vida personal fue moralmente cuestionable en cuestiones de relació matrimonial y extramatrimonial, su contribución teológica sigue siendo valiosa y no debe descartarse por completo .
En última instancia, el caso de Barth nos recuerda la complejidad de evaluar la obra de figuras históricas cuyas vidas personales estuvieron marcadas por contradicciones.
La influencia de Barth en la teología posterior ha sido profunda y de amplio alcance. Su reafirmación de la soberanía de Dios y la centralidad de Cristo ha influido en una amplia franja del pensamiento teológico, desde los evangélicos conservadores hasta los teólogos radicales. Su método dialéctico y su énfasis en la Palabra de Dios revitalizaron la teología protestante, ofreciendo una alternativa sólida a las tendencias liberales y fundamentalistas. Figuras como Thomas Torrance, Dietrich Bonhoeffer y Hans Küng se han comprometido profundamente con la obra de Barth, promoviendo diálogos dentro de las tradiciones reformadas, luteranas e incluso católicas. El legado de Barth es evidente en los debates teológicos contemporáneos sobre la interpretación de las Escrituras, la naturaleza de la iglesia y el compromiso cristiano con las cuestiones políticas, lo que lo convierte en uno de los teólogos más importantes de la era moderna.
Para quienes se interesan sobre estos temas, la obra teológica de Karl Barth representa un momento crucial en la historia del pensamiento cristiano, ofreciendo una poderosa crítica del status quo cultural y filosófico de su tiempo y sentando las bases para gran parte del compromiso de la teología contemporánea con cuestiones de revelación, fe y la naturaleza de Dios.
* Este texto es un extracto de mi trabajo “Memorias teológicas. Despertando en una época de dictadura militar y conflicto armado interno”. El trabajo se encuentra todavía inédito.